miércoles, 20 de junio de 2012

Cumbre de Río+20: Omisiones y debilidades

Las negociaciones oficiales de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible han ingresado en su etapa final con la presentación de un documento de negociación presentado por Brasil, el estado anfitrión, que sigue siendo discutido. Es un texto de 20 páginas que muestra algunos tímidos avances en materia de reconocimiento de derechos, pero insiste en un modelo único de desarrollo sostenible, que no incorpora la diversidad cultural y se resiste a reconocer a la Madre Tierra como sujeto de derecho.

El documento insiste en los tres pilares del derecho sostenible (económico, ambiental y social) acordados hace 20 años y que no han hecho más que profundizar la crisis y enfatizar el pilar económico para definir las políticas ambientales e ignorar el pilar social. Textualmente el documento apenas reconoce la diversidad natural y cultural del mundo y que todas las culturas puedan contribuir al desarrollo sostenible. Particularmente grave es considerar la minería como una actividad compatible con el desarrollo sostenible, siendo la minería una de las actividades más dañinas para la conservación del Planeta y que más impactos causa en la vida y la cultura de los pueblos.

El texto reitera el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas. Un principio que solo se hará realidad si los países industrializados y las corporaciones multinacionales asumen su deuda histórica con el Planeta entero, acumulada en siglos de depredación, saqueo, contaminación y colonialismo, sin olvidar el consumo energético, dependiente hoy en día de los combustibles fósiles, método que habrá que comenzar a cambiar radicalmente en el mundo entero utilizando las energías renovables.



El texto propuesto por Brasil reconoce los riesgos que corren los estados insulares, pero no señala como una de las causas el creciente retroceso de los glaciares a fin de tomar medidas para su protección. Lo mismo ocurre con el tema de los desastres, porque la desglaciación es una de sus causas.


El documento también reconoce la importancia de las prácticas tradicionales de agricultura sostenible, incluyendo los sistemas tradicionales de suministro de semillas, incluidos las de muchos pueblos indígenas y comunidades locales, los conocimientos tradicionales, innovaciones y prácticas de los pueblos indígenas y de las comunidades locales hacen una importante contribución a la conservación y uso sostenible de la biodiversidad, pues apoyar el bienestar social y de medios de vida sostenibles. 


Sin embargo, dicho documento no menciona nada respecto a la protección de los conocimientos tradicionales de su mercantilización, ya que únicamente reconoce los derechos de los estados nacionales sobre los recursos genéticos, pero no que los pueblos indígenas han sido los que más han contribuido a la alimentación mundial. 


De manera similar, el tema de la educación es abordado de manera pobrísima, nuevamente como un servicio en vez de como un derecho. No se pueden discutir mejoras curriculares y oportunidades de acceso sin empezar por plantearnos que la educación debe ser intelectual, desde la producción de contenidos propios, que no se limiten al bilingüismo, sino que constituyan un camino para lograr la convivencia armónica y respetuosa entre los pueblos y la reafirmación de la identidad, desde la defensa de la vida, para garantizar un futuro a las próximas generaciones. 








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