Madre Teresa de Calcuta
La India es uno de los estados más grandes del mundo. Posee inmensas riquezas en todo su territorio y su subsuelo, además de una de las poblaciones más numerosas del planeta. Bombay, Dehli o Calcuta son grandes centros urbanos, donde unos pocos privilegiados llevan una vida fácil, rodeados de un pueblo hambriento y enfermo, en los límites de la dignidad humana, resignado a su situación por una filosofía fatalista. Allí, entre la muchedumbre, actuó sin descanso una monja menuda, vestida con su sarí blanco, bordeado de azul, sostenida por la fe inquebrantable: la Madre Teresa de Calcuta.
Agnes Gonscha Boyaxhiu nació en Skopje (Yugoslavia), el 26 de agosto en 1910, en aquel entonces una pequeña ciudad albana, que hoy pertenece a la República Yugoslava de Macedonia, en una familia de la pequeña burguesía.
En 1917 murió su padre luego que su socio en la empresa constructora lo dejara sin su parte. La madre tomó entonces las riendas de la familia y puso un negocio de ropas de encaje, para poder continuar con la educación de sus hijos.
Por los misioneros que volvían de trabajar en la India tuvo noticias de ese mundo de infelicidad y sufrimiento. Su sensibilidad y su fe la ayudaron a decidir su camino, y, a los 18 años de edad, entró en la Congregación de Loreto, con sede en Irlanda, que tenía un gran número de misiones.
En noviembre de 1918 partió hacia el noviciado de Darjeeling, uno de los centros culturales británicos más importantes de la India. Al convento asistían, para tomar clases con las monjas, los niños ingleses y los hijos de las familias indias adineradas. Pero a Agnes eso no le bastaba, y también les daba clases a los chicos humildes de Darjeeling. Paralelamente de dedicó a aprender los idiomas locales: el bengalí y el hindí. Allí permaneció 20 años, al cabo de los cuales abandonó el colegio porque quería dedicarse a los pobres que estaban fuera de aquel oasis de tranquilidad y bienestar.
Al observar la muerte en las calles, la Madre Teresa no lo dudó y decidió salir del convento a recorrer la ciudad. Pidió permiso a las autoridades eclesiásticas, pero se lo negaron. Los asustaba la idea de que una monja europea anduviera en las calles en una época de grandes disturbios sociales, políticos y religiosos. Para prevenirlo la alejaron, enviándola a Asanol.
Pero Teresa siguió insistiendo y ante la obstinación, el Arzobispo de Calcuta le puso como condición para salir alas calles que dejara de ser monja para convertirse en una laica. No se dio por vencida y elevó su pedido al Vaticano. Finalmente, en junio de 1948 recibió la autorización desde Roma para recorrer las calles de Calcuta sin perder su condición de monja.
Con solo 5 rupias la hermana Teresa deja el convento. Tiene 38 años de edad. Copia el atuendo que usan las personas en los arrabales y comienza a usar un sari blanco con bordes azules. Primero toma un corto curso de Medicina en una misión médica de Patna, India. De regreso en Calcuta renta una cabaña en un barrio marginal y comienza a enseñar a los niños pobres. Empieza a correr rápidamente la voz, aunque ella no tenga realmente un plan. La gente la ayuda, le regala una silla y un armario. Teresa baña a los niños a los cuales enseña, y luego también baña a los enfermos, además de brindarlos cuidados.
Salió a caminar por el suburbio de Motijhil, infestado por la basura y las cloacas desbordantes. Se sentó en la calle y empezó a dibujar en la tierra con un palo. Unos niños se acercaron, curiosos, al ver a una monja vestida con ropa india que dibujaba en el suelo. Enseguida dio una breve clase y compartió la comida con los pequeños. Así continúa durante una semana, hasta que un cura le obsequió cien rupías para que creara una escuela. A los 2 meses se sumaron 56 alumnos, y la gente del barrio comenzó a obsequiarle muebles, útiles y medicamentos en señal de agradecimiento.
Decidió ir aun más allá y se internó en un barrio mucho más pobre llamado Tijalba. Nadie se había atrevido a pisar sus calles. Las calles estaban pobladas de leprosos, abandonados por sus propias familias. Teresa salió a pedir ayuda a las parroquias. En unas pocas le ayudaron. La llamaban la monja de los callejones, y se reían de esa mujer que prefería rodearse de leprosos antes de estar con la gente poderosa.
Pero los voluntarios crecían y junto a Teresa recorrían las calles recogiendo a los leprosos, tuberculosos y borrachos. Constantemente veía la muerte en las calles por lo que crecía la idea en ella de crear un lugar para que los moribundos pudieran partir en paz.
Su petición causó sorpresa, fueron necesarios muchos permisos y autorizaciones. Finalmente llegó la autorización definitiva de Roma, y ese mismo día Sor Teresa dejó el convento para confundirse con las personas que amaba.
Consiguió dos grandes barrancones cerca del templo de la diosa Kali. El primer día acogió a dos niños, que pronto se convirtieron en cientos y con ello aumentaron las necesidades de espacio y de medios económicos. La madre Teresa llamó a todas las puertas para reclamar con amabilidad y firmeza todo tipo de ayuda. Su mirada penetrante, la dulzura de su sonrisa, y su rostro, prematuramente surcado por arrugas, se hicieron en poco tiempo famosos en todo el mundo.
La Madre Teresa ya no está sola: existen centros de asistencia para los más pobres por todo el Tercer Mundo, y también en los barrios más deprimidos de los países más ricos, ayudando a los afectados de SIDA. Fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 1979.
En 1986 logró ser recibida en Cuba. Se entrevistó con Fidel Castro e instaló su orden, a pesar de haber afirmado que no había visto pobres en la isla. Recién en 1988 se le permitió entrar en la Ex Unión Soviética, cuando ocurrió la tragedia del terremoto de Armenia.
A partir de 1990 le empezó a fallar el corazón, entonces le pusieron un marcapasos que la volvió a levantar y la hizo trabajar más fuerte que nunca. En 1994, el inglés Christopher Hichens atacó duramente a la Madre Teresa en un documental para la televisión, en donde la trató de ángel del infierno, y la acusó de demagoga, oscurantismo y sirviente de las potencias occidentales, aduciendo que el motivo de Teresa no era el de ayudar a enfermos y moribundos, sino el de realizar una cruzada contra los anticonceptivos y el aborto provocado.
Este documental provocó la indignación del mundo entero ante un hombre que cegado por su visión anticlerical, no supo o no quiso distinguir la infatigable tarea verdadera de la Madre Teresa, más allá de cualquier prejuicio religiosos.Porque si hay algo que esta maravillosa mujer no hizo fue utilizar la demagogia o intentar conversiones oportunistas al catolicismo. Lo único que hizo durante toda su vida fue dar, dar hasta que duela, según sus propias palabras.
En 1974, Pablo VIla visitó personalmente en la India, y doce años más tarde recibió a Juan Pablo II, quien incluyó en el programa de viajeuna viditya a la Casa del Corazón Puro fundada por la religiosa, más conocida en Calcuta como la Casa del Moribundo, abierta a personas de todas las religiones, sin excepción.
En sus últimos años, su precario estado de salud no le impidió trabajar a favor de los más necesitados, hasta las últimas fuerzas. La Madre Teresa de Calcuta falleció el viernes 5 de septiembre de 1997, a los 87 años de edad. víctima de un paro cardíaco. Miles de personas de todo el mundo se juntaron para formar largas filas en la Iglesia de Santo Tomás para despedirse de la Madre Teresa, quien es considerada una de las personalidades más influyentes del siglo XX. Permanecerá para siempre como símbolo del amor a los más pobres y desprotegidos.
Finalmente los dejo con algunas de sus reflexiones:
El día más bello: Hoy
La cosa más fácil: Equivocarse
El obstáculo más grande: El miedo
El error mayor: Abandonarse
La raíz de todos los males: El egoismo
La distracción más bella: El trabajo
La peor derrota: El desaliento
Los mejores profesores: Los niños
La primera necesidad: Comunicarse
Lo que más hace feliz: Ser útil a los demás
El misterio más grande: La muerte
El peor defecto: El mal humor
La persona más peligrosa: La mentirosa
El sentimiento más ruin: El rencor
El regalo más bello: El perdón
Lo más imprescindible: El hogar
La ruta más rápida: El camino más correcto
La sensación más grata: La paz interior
El resguardo más eficaz: La sonrisa
El mejor remedio: El optimismo
La mayor satisfacción: El deber cumplido
La fuerza más potente del mundo: La fe
Las personas más necesarias: Los padres
Lo más bello de todo: El amor
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