martes, 6 de agosto de 2013

El futuro del libro en la era digital



La palabra libro aun tiene resonancias solemnes. A pesar de contar sus historias por milenios, desde que se escribieron los primeros rollos y papiros hasta hoy, el libro solo alcanzó en nuestros días el estatus de cosa corriente, de posesión común o de objeto accesible y útil para todos. Hasta hace medio siglo la posesión de libros señalaba una profesión o un nivel social. Mucha gente que admiraba una estantería llena de libros en casa de médico apenas podía imaginar que aquellos objetos llegarían a ser accesibles para todos, no solo por la facilidad para poserlos, sino también por la posibilidad de leerlos y apreciarlos. 

Para la década de los noventa se creía que el fin de los libros estaba cerca, aunque las ventas señalaban lo contrario. La oficina sin papeles no es todavía una realidad. Más aun: las computadoras y otras nuevas tecnologías puede que estén reforzando la habilidad para producir y distribuir los libros impresos. El futuro del libro estará determinado por el modelo de la economía de información que surja: si desaparece como tecnología viable porque la información digital se vuelve algo común, o si se quedará como una tecnología de información vital porque permanecerá el concepto de propiedad intelectual. 

El sector del libro está experimentando una serie de cambios que modificarán el panorama editorial en pocos años. Las empresas se transformarán a fin de adaptarse al nuevo escenario de la edición digital. No obstante ya están surgiendo nuevas oportunidades de la mano de las empresas tecnológicas y editoriales. 

La edición digital lleva años sumida en discusiones tanto dentro como fuera del sector, muchas veces con argumentos poco creíbles pero que calan fácilmente en la sociedad y en el status quo del sector, llenos de mitos. Antes de proseguir con el desarrollo del tema enumeraremos algunos de ellos: 

  • El libro digital matará a los libros impresos: Uno de los argumentos más utilizados sobre el avance de las nuevas tecnologías y el cambio de hábito de los lectores es que el libro digital terminará acabando con el libro impreso. Optimistas tecnológicos, románticos del papel, medios de comunicación, etc, todos ellos han promocionado esta idea, bien para defenderla o para atacarla, empobreciendo, de esa manera, el debate. La realidad es que los soportes se irán adaptando a la demanda de los lectores. Y con ellos, los modelos de negocio. Si seguimos este razonamiento los libros impresos existirán mientras los lectores los quieran y una editorial vea rentable producirlos. 





  • Los libros electrónicos deberían costar lo mismo que los impresos: Este argumento es apoyado por algunos editores, que pretenden establecer los precios de los libros digitales al mismo nivel que los libros impresos para no tener que cambiar su modelo de negocio actual. El problema es que en los libros físicos existe un modelo para establecer el precio por parte del editor en función de los costes de creación y producción, mientras que el formato digital exige un modelo más relacionado con el tipo de contenido y los hábitos de consumo. por ello el desafío es crear una estrategia de precios independiente de la edición impresa.
  • Los libros electrónicos no cuesta nada hacerlos y deberían ser gratis: Este argumento es esgrimido por los lectores que no están dispuestos a pagar nada por los libros electrónicos. La realidad nos muestra que un libro electrónico incluye gastos de autoría, traducción, corrección, diseño, marketing, promoción, comercialización, etc. Años conviviendo con el modelo tradicional (impreso) ha provocado que el consumidor asocie el valor al continente en vez de al contenido. Algunas editoriales que no dan valor a la versión electrónica terminan agravando esta percepción. 
  • Un libro electrónico no puede costar más que 3€: Incluir en la misma bolsa todos los tipos de libros es un error. Los contenidos pueden ser de muchos tipos y representar cosas distintas para los lectores: entretenimiento, ayuda técnica, desarrollo profesional, etc, lo que condiciona lo que los lectores están dispuestos a pagar por un libro digital. 
  • La autoedición acabará con los editores: este argumento es sostenido por los que piensan que la tecnología puede suplir el trabajo del editor, aunque la realidad m´s bien sostiene que la tecnología no convierte a nadie en editor, más bien pone al alcance de muchos la posibilidad de hacer un libro y de publicarlo. Editar un libro significa también seleccionar el contenido y adaptarlo a los requisitos de los lectores.
  • El DRM impide la piratería: Todos conocemos los problemas que acarrea el uso de algún DRM para el usuario, dificultando en muchas ocasiones la compra del mismo. El hecho de incorporar un DRM a los libros no impide la piratería, dado que es relativamente sencillo burlarlos, puesto que la mayoría de los libros que circulan por la red provienen de versiones escaneadas. Este argumento ha sido utilizado por autores y editores. Sin embargo no tiene ninguna base, dado que la piratería no ha decrecido a pesar de su uso masivo.
  • La edición digital está contribuyendo a la crisis en el sector editorial: Nada más lejos de la realidad. Este argumento es utilizado en algunos ambientes del sector editorial para determinar que la crisis del sector se encuentra en la tecnología y no en las deficiencias del sistema que acaba pagando el lector. 





El libro electrónico está con nosotros desde hace tiempo, aunque no habíamos ni prestado atención a su presencia ni a su supuesta amenaza. Prototipos de las que ahora se confeccionan para las tablets ya existían desde finales de los años 90 bajo la forma de libros digitalizados. 

Más que un medio de difusión de la cultura el libro electrónico se ha convertido en un medio de consumo. Según los datos que están arrojando nuevas mediciones, los libros que más se consumen en Estados Unidos son los de ciencia ficción, novelas románticas y best sellers. Contrariamente a lo que se pensó, los nuevos consumidores han dejado de lado las descargas de los libros de contenido académico y humanístico. Se trata de lectores que pueden alterar lecturas en español y en inglés, que consumen un libro por semana y que cuentan con el mínimo capital económico para darse esa clase de gustos. 

Entre las ventajas que se auguraba para el libro electrónico por encima del libro convencional se encontraba el ahorro de tiempo y dinero. Un libro electrónico podría viajar mucho más rápido que un libro impreso y estar disponible en cualquier parte del mundo. Los viajes transatlánticos que los profesores realizaban para consultar un manuscrito perdido en una biblioteca del viejo continente serían innecesarias gracias a las bondades de la digitalización y del comercio electrónico a través de internet.

A pesar de todas las buenas intenciones, el libro electrónico no ha terminado de satisfacer la función que convierte al libro en un producto menos arcano. Las mediciones que se han realizado durante los últimos meses sobre el comportamiento de los nuevos lectores hablan de una tendencia al alza que se debe fundamentalmente al mandato de "lo que está de moda". Una moda que ha comenzado a transformar el mundo en el mismo sentido en que el aeroplano y el automóvil contribuyeron a transformarlo en los primeros años del último siglo.




El libro de papel encierra unas potencialidades que lo hacen muy atractivo. Me refiero a esa condición de parientes de los estantes de la que hablaba Emily Dickinson o a aquella cualidad llamada sinestesia por la que un libro de papel despierta a su vez todos los sentidos: el tacto para tocarlos, la vista para dejarse seducir, el olfato para oler al árbol, el chasquido de sus páginas para estar acompañado y el gusto para saborearlos. En los estantes estos parientes tan cercanos nos interpelan, te tropiezas con ellos, te alegran la vista, te arropan, dan color a tus habitaciones y atraen a esos pequeños animalillos que compiten contigo para devorarlos. Tienen cubiertas de diversos materiales, se aprecia su lomo cuando se coloca en serie, nos lo suministran en distintos formatos y terminan siendo bellos en sí mismos. En la intimidad se dejan acariciar y reciben nuestras desprendidas lágrimas en recuerdo de los amores perdidos. 

Las dos propuestas (libro impreso y libro digital), la analogía con la que pasa con las especies y la potencia del libro de papel como objeto nos auguran unas décadas, quizás siglos de coexistencia con el libro digital, cualquiera sean las formas que termine adoptando, aunque sin la prevalencia que en los últimos dos mil años ha tenido la forma manuscrita o impresa. Lo que sí se puede augurar es la aparición de unos poderosos "seguidores de Gutenberg", que al estilo de Farenheit 451 terminan celosamente guardando sus libros impresos en papel a los que acuden regular y ceremonialmente. Un breve cuento de Javier Puche lo demuestra con toda claridad: 

Planeta Tierra, año 3012: Como cada noche el androide lee un libro electrónico junto al fuego. Sus amos lo contemplan orgullosos desde el sofá "que culto es Brtx9. Lee más que nosotros. Llegará lejos" se dicen telepáticamente. Luego abandonan el salón para ocupar sus cápsulas de reposo, no sin dar primero algunos besos al androide que les corresponde con una sonrisa mecánica. Solo entonces, al quedar libre de testigos, puede Brtx9 entregarse a su auténtica pasión. En un doble fondo de la biblioteca electrónica tiene oculta la reliquia: un libro de papel. Antes de sacarlo, acariciarlo, olerlo, abrazarlo, leerlo una vez más con frenesí, comprueba auditivamente que sus amos ya roncan arriba. 

La profesión del librero que ha sufrido vaivenes en el discurrir del tiempo, sin embargo puede convertir un lugar de trabajo en un acontecimiento: un lugar de encuentro palpable, incardinado en su ciudad, que ofrece conversación y servicios culturales en torno al libro de papel, electrónico u oral. Al librero en la era digital aun le quedan muchas funciones que cumplir, está llamado a readaptarse a los nuevos tiempos. A continuación una pequeña lista de las tareas que puede llegar a realizar: 

  • La informadora: Se trata de tener toda la base de datos necesaria
  • La tarea recomendadora: Se trata de transmitir el saber creíble sobre los contenidos de los libros que se aprende con el amor y la experiencia
  • La de encuentro: La librería palpable será siempre un lugar de reunión de gentes y de cruce esporádico de personas
  • La función cultural: Se trata de tener una postura activa en la difusión de la cultura y del pensamiento
  • La función civilizadora: En los tiempos que corren hay que fomentar los valores de la no violencia, la solidaridad, sabiduría, frugalidad y la mirada a los tiempos originales
  • La función de resistencia: Frente al monopolio del poder financiero, también en el mundo del libro y al intento de la censura de acallar la disidencia
Por otro lado, esta profesión también puede:
  • Fomentar la diversidad, la etnodiversidad. Podemos fomentar las lenguas y culturas locales
  • El servicio polivalente, porque la librería palpable, en medio de la ciudad, tiene en su mano proporcionar todos los servicios, incluidos los virtuales
  • La tarea de desarrollar, como pequeña empresa, un clima de trabajo digno y seguro y un entorno cooperativo
  • Por último no se puede renunciar a la función poética. La librería puede seguir repartiendo sueños y alegrías
y no nos olvidemos que:

Una librería, aun siéndolo, es más que un comercio. Es una república de las letras, en cuyos foros se trafica con libros y se intercambian ideas, sugerencias y alientos. También es una intervención en que se mezcla la matemática y la magia y en donde se puede ver que siempre hay un lugar para aquellas cosas que se hacen con pasión, cariño y cooperación.



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